Hipótesis para cancelar la deuda social de la educación

El pecado social de la mala praxis 


Si observamos atentamente, en la mayoría de las descripciones y diagnósticos acerca de la realidad social, aparece un lugar común al que todos le atribuyen el mágico poder de revertir las disfunciones, injusticias y ausencia de calidad que afecta los procesos y la dinámica de una sociedad que reclama que las cosas se lleven a cabo con mayor responsabilidad y eficacia. Ese lugar común es la educación. Se apela a ella cuando las soluciones de fondo no aparecen o no se vislumbran los mecanismos idóneos en el área respectiva. 


Sin embargo, cuando hablamos de educación todos parecen comprender de qué se trata, aunque no logren sobrepasar un ambiguo sentido restrictivo y parcializado. Pues para unos la educación consiste en ir a la escuela, para otros llegar a dominar la lecto-escritura, adquirir una cultura general o alguna habilidad no especificada. A pesar de esa visión confusa, todos advierten que la educación es el camino idóneo y más indicado para mejorar una sociedad injusta. Y es en este contexto de valores implícitos que la mayoría deposita en la educación la esperanza de las soluciones que todavía no llegan. Por tal razón, la formación y el desarrollo humano aparecen en la percepción unánime como una suerte de condición remota para acceder a un nivel razonable de justicia, equidad y sana convivencia. 

Así, aparece la deuda social de la educación, como un débito que no proviene del sistema educativo en sí, sino de planos decisorios y estratégicos más elevados. Se trata de una deuda especial, que debe ser cancelada no sólo mediante la asignación inteligente de los recursos específicos del área, sino también mediante el enaltecimiento de la función docente. Cuando los docentes del sistema hayan obtenido un rango de profesionalidad de alto nivel para hacer frente a las variaciones de un entorno que exige nuevas habilidades, aptitudes, actitudes y destrezas para un desempeño ético, laboral, profesional y social aceptable, recién allí el reclamo de una educación eficiente podrá ser satisfecho con holgura. Esto sustenta nuestra hipótesis de que la deuda social de la educación sólo podrá pagarse con docentes creativos, innovadores y capaces de ejercer con solvencia el arte de educar. 

Cuando el sistema socio-político abandona y no jerarquiza a sus educadores, se prepara el camino de la mala praxis pedagógica, cuyo emblema es el docente que no sabe gestionar el conocimiento, que no hace pensar a sus alumnos, que les enseña siempre lo mismo y los aburre con contenidos estáticos, creándoles la inseguridad para aprender por sí mismos. Esta mala praxis, que surge de no comprender el arte mayéutico, olvida que la calidad no está en los contenidos que deben saber los alumnos sino en los alumnos que deben saber los contenidos. 

Es la inteligencia del alumno el motor de la calidad del aprendizaje y ello exige docentes con gran fineza de percepción de los movimientos mentales de quien aprende. Pues la gestión del conocimiento exige una propedéutica cognitiva que garantice la organización y el uso debido de la inteligencia como condición insoslayable para promover un aprendizaje creativo. 

Por otra parte, dado que la mala praxis pedagógica surge del desfasaje entre las exigencias inherentes a la tarea de hacer pensar y las condiciones y habilidades requeridas para ejercer dicha tarea con precisión y calidad, en el caso de la educación adquiere una relevancia e impacto de relieves insospechados y de consecuencias irreversibles, al punto de convertirla en una suerte de “pecado social” al que no se le debería conferir tolerancia alguna. 

Fuera de toda connotación religiosa o normativa, y retomando el concepto griego, el término “pecado” alude a una distorsión que desvía de la meta y a una suerte de olvido o descuido que impide al sujeto lograr el acierto para “dar en el blanco”. Ello implica y connota la pérdida de la meta a lograr debido a la presencia de una ruptura que provoca daño, sea por incapacidad, sea por falta de acierto o por ausencia de precisión. Cuando esa ruptura, o mala praxis, se lleva a cabo en el ámbito privado de la persona, el daño queda circunscripto a una esfera relativamente limitada, pero cuando el alcance de la distorsión supera lo individual y afecta el modo de pensar, sentir y decidir de los individuos, adquiere un contorno de desvío que afecta gravemente la salud de los vínculos del tejido social. 

La educación que una sociedad espera consiste en la presencia de docentes que sepan “dar en el blanco”, despertando el talento dormido de cada alumno a fin de extraer de su potencial interno nuevas capacidades y habilidades. Esto explicaría por qué la mala praxis educativa adquiere una relevancia social de naturaleza diferente a las prácticas circunscriptas a un plano de afectación individual. Y si a ello se agrega la función de retardo que afecta a los sistemas sociales, no se podrán observar en lo inmediato los efectos de la mala praxis pedagógica sino después de un prolongado proceso de tiempo. Por eso, se advierte claramente que la deuda social de la educación sólo podrá pagarse con docentes creativos dispuestos a una tarea cotidiana cuya regulación y proceso provengan de parámetros decididos por las condiciones y reclamos objetivos de quien se educa y busca su propio perfeccionamiento e inserción en la comunidad. De más está decir, por su obviedad, que de proseguir la mala praxis pedagógica, los costos de dicha deuda se perpetuarían hasta en progresión geométrica para terminar en un lamentable e injustificado empobrecimiento social.



Dr. Augusto Barcaglioni


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5 comentarios:

  1. Coincido en un todo con lños conceptos vertidos y creo que deberían reflexionar esta nota quienes dirigen y conducen los destinos de la educación en nuestro país. Nos alienta a quienes tratamos de educar conb el mejor esmero posible. Gracias

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  2. Desde mi experiencia personal he atravesado diferentes etapas y cambios en el sistema educativo a través de mi educación encontrándome con profesores cuyo nivel de perfeccionamiento continuo les permitió trasmitir no solo saberes sino también destrezas, valores y actitudes positivas. Sin embargo también hubo aquellos cuya deficiencia o mala praxis produjeron en mi aburrimiento y la sola trasmisión de contenidos acumulativos.

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  3. Me parece bastante interesante esta nota, sobre todo por lo devaluada y desvalorizada que está la educación en miras de la sociedad en general.
    De todas formas creo que no solo se necesitan docentes innovadores, bien capacitados y creativos para evitar esta mala praxis pedagógica, sino que también, hay que tener en cuenta las decisiones que se toman desde jerarquías más elevadas y la realidad que estamos atravesando, la cual impacta en el aula. Creo que es muy difícil lograr que un docente no caiga en una rutina, en un empobrecimiento de sus clases y actividades, ya que entre el sistema educativo tal como se presenta y las realidades que se viven en el aula, los docentes se abruman y se abandonan rápidamente. De todas formas, creo que el cambio debe venir de los estratos superiores del sistema educativo y, sobre todo, cambios en la formación de futuros docentes.

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  4. La nota me deja mucho que pensar sobre todo en la realidad de nuestro país, la sociedad en la que vivimos que cambia constantemente y los jóvenes que la conforman ya no son los mismos que antes, son jóvenes que necesitan ideas nuevas, innovadoras, que capten su atención rápidamente y de forma constante, que los docentes hagan pensar a sus alumnos, para lo cual se necesitan docentes capacitados, actualizados, que estén un paso mas adelante que el sistema educativo, el cual a mi entender está retrasado con respecto a lo que necesitan los chicos hoy en día.
    En la sociedad de hoy en día si las cosas no funcionan es porque la educación no es buena, pero nadie se pone a pensar si la educación que se brinda está a la altura de las necesidades y exigencias de la sociedad actual.

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  5. ESTA NOTA ME AYUDÓ A REFLEXIONAR SOBRE EL ROL DEL EDUCADOR, NO SOLO DE TRANSMISOR DE CONTENIDOS SI NO COMO INCENTIVADOR Y PARTICIPE DE UNA SOCIEDAD EQUITATIVA PARA TODOS, UNA SOCIEDAD SANA. Y QUE LA FUNCIÓN DOCENTE DEBE ENALTECERSE Y DEBE VOLVER A TOMARSE CON EL RESPETO Y LA IMPORTANCIA QUE TUVO EN TIEMPOS PASADOS PARA QUE EL DOCENTE PUEDA DESARROLLAR SU FUNCIÓN Y QUE SE VALORE Y ACATE LOS CONSEJOS DEL EDUCADOR.

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