Hacia un cambio radical del pensar y decir

La importancia del “por ahora”


La propensión del ser humano a creer que todo es permanente, lo lleva a aferrarse a una forma fija de vivir y a buscar cierta garantía de inamovilidad en sus cosas cotidianas. Si bien en teoría comprendemos que el universo está en permanente cambio y movimiento, sin embargo queremos sentir que nada cambia y que todo es estable y previsible. De allí que el futuro aparece a nuestra mente con imágenes de fijeza, buscando siempre, desde una construcción imaginaria, una aparente certeza acerca de cómo ese futuro aparecerá en nuestra vida. Por eso, resistimos utilizar expresiones tales como “quizás”, “por ahora”, “en principio”, ya que dejaría con sensaciones de suspenso e incertidumbre a una mente reacia a los cambios y ávida de seguridad.

Los aparentes cambios educativos

El maquillaje del moribundo 




cambios educativos
Ante el dato cierto de que los egresados del sistema educativo formal transcurrieron doce años de aprendizaje con jornadas de por lo menos cuatro horas, un imaginario extraterrestre sacaría esta lógica conclusión: “aquí hay genialidad, los egresados seguramente dominan varios idiomas, deben tener un fluido manejo de las operaciones lógico-matemáticas y una creatividad sin límites que les permite resolver los problemas cotidianos y de convivencia sin agredirse; serán pacíficos y no les temen a los vaivenes de la vida, además de ser sutiles en su modo de razonar y pensar...”