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¿Qué edad quiero tener?

Ficción de la vejez imaginaria





Ficción de la vejez imaginariaEn la cultura de la eficiencia y del pragmatismo utilitarista, la vejez es declinación, abandono, ineficiencia y, en casos extremos, inutilidad por ausencia de rentabilidad. A la inversa, la juventud implicaría el éxito y el motor de la prosperidad material. Sin embargo, en la realidad cotidiana se observa que quienes deberían poseer la frescura creativa de las iniciativas padecen depresiones y un desgano crónico para vivir de manera intensa y experimentar triunfos.

Rutina laboral y familiar

Cuando la vida aburrida busca nuevos paréntesis 


Según señalamos en la nota anterior, las vacaciones se distorsionan cuando se convierten en un añadido superpuesto, a modo de un paréntesis que termina en un descanso artificial alimentado por la fantasía de liberación de las ya conocidas exigencias y presiones del trabajo rutinario. Suprimida la alegría y la creatividad en la vida personal, familiar o laboral, cualquier intento de descanso será imaginado como un oasis o paréntesis milagroso. Pero tal exageración se esfuma luego ante una implacable rutina que termina por “secar” y adormecer las horas y los días de quien no ha decidido preparar su mente para cambiar y revertir su habitual lógica repetitiva. 

Saludos estandarizados



Un contagio mental inadvertido


El fenómeno de los contagios mentales tiene como característica el hecho de que impulsan a asumir comportamientos y modos de pensar por imitación inadvertida, al punto que la gran mayoría de las personas dice las mismas cosas, piensa en lo mismo y, sobre todo, asume conductas y hasta postula valores como si fueran propios y sin haberlos sometido a un análisis consciente y autónomo. A ello pertenecen, como sostuvimos en notas anteriores, los llamados estereotipos, generadores de la violencia de la uniformidad. Tal proceso conspira contra la iniciativa personal y afecta la capacidad de los individuos para pensar por sí mismos, provocando un impacto mental uniforme mediante un mensaje colectivo. Este efecto nivelador de la conciencia define el contagio mental, expresado en una suerte de emparejamiento mecánico en el pensar, en el sentir y en el obrar, inducido siempre desde fuera del sujeto.

La tramposa euforia de año nuevo

Las explosiones emocionales, correlato de los fuegos artificiales 

El deseo de renovación que aflora en estos días en casi todos los habitantes del planeta, es honesto y sincero. Todos anhelan de verdad hacer un corte con lo viejo, con una vida rutinaria o aburrida y con algunos defectos o hábitos que complican los vínculos y relaciones cotidianas. Así, la gente en estas circunstancias vive la grata sensación de poder avizorar algunos cambios y de gozar por anticipado los incuestionables beneficios y resultados de una renovación, con la esperanza de que los cambios ocurran tal como se imaginan. 

El riesgo de las vacaciones compulsivas

Cuando el descanso es un añadido artificial y 
una fantasía de liberación


Es tiempo de vacaciones y todos buscan programarlas en medio de intrigas, discusiones familiares y luchas internas por el tiempo que no alcanza. Que el dinero sea escaso, para algunos es un problema y para otros no. Pero ambos están igualados en un estado emocional: no pueden sustraerse a las preocupaciones y tensiones inherentes a la vida cotidiana y construyen imágenes de un descanso fuertemente deseado. 

Entre la abundancia y la escasez

Fundamento cognitivo del despilfarro

La paradoja casi inexplicable por la que resulta difícil tener una conducta creativa en los momentos prósperos, quizás se deba a cierta confusión por la que el sujeto, al no sentirse exigido por la situación de bienestar que disfruta, entra en un estado de parsimonia y lentitud para actuar o decidir. Ante la bonanza no exigente, la mente sin disciplina se retrae y limita el pensamiento y las posibles decisiones a una visión plana y coyuntural en el disfrute de la inmediatez. 

Cuando la necedad invade a la pareja

Interrogantes del infortunio inesperado 

Si bien días pasados dábamos por finalizada la secuencia relacionada con la “semana del necio”, nos parece oportuno proseguir estos días con otras consideraciones, teniendo en cuenta los resultados de la encuesta semanal en los que, con sorpresa de muchos, la mayor necedad parecería estar circunscripta al círculo de la pareja y de los jefes y colaboradores en el ámbito laboral. Quizás la explicación la encontremos en el hecho de que los epítetos no reproducibles, que se cosechan casi a diario cuando hay un necio en la pareja o en el ambiente laboral, se deban a que la asiduidad y frecuencia sistemática en el trato convierten a aquél en un invasor desagradable. A instancias de las sugerencias de muchos lectores de nuestro blog, trataremos el tema a la luz de los resultados parciales de la encuesta. 

El ancestral descontento de los argentinos

El inocultable descontento que caracteriza la psicología de los argentinos debe tener alguna explicación lógica. No basta con hacer referencias acerca de un sentir nostálgico expresado con arte y belleza por nuestra conspicua música. Antes de avanzar, queremos aclarar que en esta nota el adverbio “quizás” es fundamental y lo estamos empleando en un sentido probabilístico y tomando cierta licencia por la reiteración de su empleo.

Fundamento pedagógico de la idiosincrasia argentina

Detrás de lo que aparece y vivimos hoy en día en nuestro país, y viendo un poco más allá de la marginalidad y la pobreza, de la insatisfacción creciente de la gente, de la falta de oportunidades del recién graduado y del subempleo que de manera humillante vive el profesional, quizás debiéramos reflexionar en profundidad para comenzar a hacer y promover cambios sin ficción.

HOY LUNES: ¿empezar a trabajar o a estar ocupado?

Hoy lunes, empieza la semana laboral y, según los modelos de pensamiento que gobiernan la mente de quienes tienen que cumplir horarios y realizar las tareas de siempre, algunos sentirán que van a trabajar y otros que van a estar ocupados. No es lo mismo trabajar que estar ocupado y de la comprensión de esta diferencia depende que cada día de la semana transcurra en medio de satisfacciones o de insatisfacciones y quejas.