Síndrome del esclavo satisfecho

La trampa mental del esclavo culto 


Planteando un absurdo con cierta ironía, diríamos que lo peor que le podría pasar a un esclavo es sentirse satisfecho con la vida que está viviendo y con el trato que le ofrecen. Este tipo de satisfacción paradójica, que en la cultura actual es propia del neurótico adaptado, no piensa ni prevé el futuro y reduce la vida a la satisfacción inmediata de lo cotidiano. Esto constituye una verdadera trampa mental, ya que incrementa cada vez más la aceptación resignada de una condición inadvertida de esclavo. Lo que define a un esclavo no son sus cadenas físicas ni la imposibilidad de moverse de un lugar a otro sin previa autorización. Exagerando más, tampoco los latigazos pasarían a constituir el componente más importante de la condición de esclavo. 

Cómo dejar de ser un esclavo bien vestido

Trabajo rutinario, talento postergado


Cuando alguien trabaja mal porque se siente incómodo por una rutina plagada de aburrimiento, se podría decir que está achicando su vida y le está quitando esa energía que conduce al placer y a la satisfacción con la tarea que se hace. Sea porque el sujeto no se siente capaz o porque está en el lugar equivocado, lo cierto es que el trabajo rutinario posterga su talento y conspira contra su creatividad. Observando la dinámica de nuestra encuesta semanal, nos encontramos con datos (provisorios) poco alentadores, frente al cual deberíamos reflexionar para poder recuperar ese talento creativo que oxigena y dinamiza la vida personal. 

Trabajar con arte o estar ocupado en la rutina

La creatividad del sujeto autónomo y la monotonía del autómata 




Generalmente se considera como una cuestión válida y universalmente aceptada, el hecho de que a un elevado porcentaje de individuos le resulta tedioso y deprimente visualizar el trabajo del día siguiente. Sea por la ejecución del trabajo en sí o por el clima en que se lo ha de realizar, lo cierto es que se espera el viernes como el día más distendido, ante la inminencia de un fin de semana imaginado como liberador y altamente placentero. Pero la realidad del mismo fin de semana en muchos casos no se presenta tal como fue imaginada, ya que la paz anhelada y las gratificaciones casi nunca aparecen. Esto demuestra que el ser humano tiende a compensar con su imaginación lo que en la realidad se le presenta como adverso y tedioso. 

Entre la abundancia y la escasez

Fundamento cognitivo del despilfarro

La paradoja casi inexplicable por la que resulta difícil tener una conducta creativa en los momentos prósperos, quizás se deba a cierta confusión por la que el sujeto, al no sentirse exigido por la situación de bienestar que disfruta, entra en un estado de parsimonia y lentitud para actuar o decidir. Ante la bonanza no exigente, la mente sin disciplina se retrae y limita el pensamiento y las posibles decisiones a una visión plana y coyuntural en el disfrute de la inmediatez. 

Cuando la tranquilidad genera confusión y la adversidad lucidez

Una hipótesis cognitiva 


En la experiencia cotidiana se observa la paradoja de que muchas personas viven en un estado mental poco lúcido cuando se les presentan períodos o condiciones de bonanza, al punto de no poderlos disfrutar. Se trata de un estado de confusión, provocado por cierto atontamiento que conduce a la parsimonia, a la dejadez y a la lentitud para pensar. Surge cuando el sujeto se encuentra “empalagado” con todo lo que dispone, afectando la agilidad de su pensamiento y la rapidez en las decisiones que debe tomar. 

Cuando la necedad invade a la pareja

Interrogantes del infortunio inesperado 

Si bien días pasados dábamos por finalizada la secuencia relacionada con la “semana del necio”, nos parece oportuno proseguir estos días con otras consideraciones, teniendo en cuenta los resultados de la encuesta semanal en los que, con sorpresa de muchos, la mayor necedad parecería estar circunscripta al círculo de la pareja y de los jefes y colaboradores en el ámbito laboral. Quizás la explicación la encontremos en el hecho de que los epítetos no reproducibles, que se cosechan casi a diario cuando hay un necio en la pareja o en el ambiente laboral, se deban a que la asiduidad y frecuencia sistemática en el trato convierten a aquél en un invasor desagradable. A instancias de las sugerencias de muchos lectores de nuestro blog, trataremos el tema a la luz de los resultados parciales de la encuesta. 

El necio y su función de retardo

El necio influyente retrasa la acción del grupo donde actúa 


En realidad, con esta nota concluimos la “semana del necio”, en homenaje a las víctimas de la profesión más extendida y hasta milenaria y de la que ninguna sociedad, familia, pareja u organización pudo escapar. En cualquier lugar en el que se encuentre un necio activo e influyente, allí mismo aparecerá, de una manera u otra, una función de retardo o de interferencia. El hecho de tener que tratar de convencer al necio de su equívoco mediante intentos que resultan de entrada infructuosos, implica un desvío en el uso del tiempo y de la energía individual o grupal. No es el caso de persuadir a quien está abierto al diálogo y a nuevas comprensiones, sino de forcejear sin resultado alguno ante quien cerró su mente y se adueñó de una verdad implacable y superior a cualquier otra. 

El silencio del sabio y la verborragia del necio

Mapa oculto de la armonía y el conflicto grupal 

Si tomamos cualquier grupo humano, desde la pareja, la familia, el aula escolar, el ambiente laboral, hasta el clima de las grandes organizaciones, sin excluir el mismo entorno social, encontraremos un mapa oculto configurado por dos fuerzas también ocultas y contrapuestas en constante pugna. Es la lucha entre el sabio y el necio; o mejor dicho, la lucha entre el hombre sencillo y de sentido común y el necio que ignora lo que cree saber. Así, en ese campo de lucha se enfrentan el silencio oportuno del cuerdo y la verborragia grandilocuente del mediocre. 

Organizaciones dirigidas por necios

El estrago mental de la necedad 


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Cuando el lugar de actuación del necio es el grupo, el equipo o cualquier ámbito en el que actúen otras personas, habría que hacer de cuenta que en esos lugares la inteligencia empieza a apagarse y la lucidez del intercambio a sufrir serias fracturas. Dado que el necio necesita, al igual que el soberbio, la presencia de aquellos con quienes ha de intercambiar, muchas veces adquiere habilidades de comunicación y seducción en proporción directa a su necedad. 

Cómo fortalecer la autoestima y el talento

El temple humano se crea y se perfecciona


Cuando la falta de confianza en sí mismo se apodera de la mente del sujeto, éste deja de tener una mirada alentadora de su propia vida. El horizonte de la esperanza se cierra, “vive al día”, le teme al futuro, suprime la confianza en los demás y aniquila las posibilidades de cualquier proyecto de crecimiento. Es la manera de morir lentamente en el pesimismo y en la oscuridad de una vida sin sentido. Al perder el sentido de la vida, todo lo que se hace se realiza rutinariamente y sin la energía creativa que generan los vínculos solidarios. Y ante la falta de alegría, aparece la búsqueda compulsiva de satisfacciones a cualquier precio para salir engañosamente del infierno de un tiempo que cada vez se hace más insoportable.


Enfrentar y ampliar los propios límites

Adaptación constructiva a situaciones hostiles e imprevistas 


Como todo ser viviente, en ciertos momentos y circunstancias el ser humano debe enfrentar situaciones inesperadas, virulentas y hostiles. Esto podría exceder su umbral de tolerancia a la adversidad o a ciertos estímulos inusuales o excesivos. Cuando esto último sucede de modo extremo, puede sobrevenir la muerte o la enfermedad y esta es una regla universal en la naturaleza de todo ser vivo. Por otra parte, y debido a su configuración psicológica y mental, el hombre debe enfrentar situaciones adversas que conmueven su vida emocional y mental. En este terreno cognitivo, tampoco queda exceptuada la regla universal relacionada con los umbrales de tolerancia que la psiquis humana tiene también con aquello que se le presenta con rasgos de hostilidad. 

El arte de recuperar lo mejor de cada uno

Proceso para identificar y erradicar los estigmas mentales 


En las notas precedentes, relacionadas con los estigmas mentales y los efectos de la violencia blanca en la vida personal, definimos un hilo conductor como base para la interpretación y aplicación de los conceptos. Dicho eje conceptual postuló en todo momento el desarrollo del talento y de nuevas capacidades desde un constructivismo que supere el modelo fragmentario y mecanicista del conductismo. Ello nos exigió aplicar un enfoque sistémico-cognitivo como condición para revertir los efectos no deseados que provienen de una educación que no tuvo en cuenta el talento creativo ni la autonomía de quien se encuentra en situación de aprendizaje. 

Adaptación para enfrentar obstáculos y problemas

Adaptaciones ascendentes, descendentes y degradantes 


El significado de la palabra temple ofrece una diversidad muy rica de significaciones aplicables a la psicología humana. Connota moderación de la fuerza emocional y conlleva la idea de sosiego y equilibrio de los estados de ánimo. La capacidad que permite al sujeto enfrentar con serenidad las situaciones difíciles o peligrosas constituye su temple y su fortaleza, cualidades que no podrían gestarse si aquél, por falta de confianza en sí mismo y por pesimismo, se vería impedido de una mirada expansiva y confiada de la propia vida. 

El estigma sombrío del pesimismo

Violencia blanca que ennegrece y enturbia la mente 


Un condicionamiento que se comporta como un verdadero estigma mental, al punto de inmovilizar y enturbiar la percepción de la realidad, es el pesimismo. El pesimismo es otra de las “marcas” mentales que configuran obstáculos que perturban el ejercicio de la autonomía de pensamiento, al impedir al sujeto confiar en su capacidad cuando debe enfrentar un obstáculo, relacionarse o vivir cada día. En total contraposición con el concepto aristotélico de la vida como movimiento y renovación constante, la marca del pesimismo llega a ser indeleble en ciertos individuos, al opacarles la visión de la vida y del futuro mediante imágenes sombrías. 

El estigma agresivo de la soberbia

La violencia blanca que conduce a la humillación ajena 


Dicen que cuando dios decide perder a algún ser humano, le envía la soberbia. Parecería ser que para corregir, enseñar o castigar a quien transgredió alguna ley universal, a pesar de ello el todopoderoso le otorga posibilidades de recuperación y encauzamiento; jamás busca perderlo. Pero, siguiendo la metáfora, a quien querría perder para siempre y ausentarlo de su mirada le envía algo aparentemente liviano y sin contenido punitivo. Simplemente le envía la soberbia, que lo ha de enceguecer y alejar de todo, a fin de quedar fuera del circuito de la rehabilitación y de la auto-corrección. Así, con la soberbia el individuo queda fuera de sí mismo, alejado de la realidad y marginado de la comunidad de amigos y del vínculo afectivo con los demás. 

El estigma degradante de la envidia

Segunda parte 

Reversión del elogio y distorsión del esfuerzo como formas de violencia blanca 


En nuestra nota anterior mencionamos el estado de abatimiento que padece el envidioso por la falta de confianza en sí mismo, al quedar sumergido en las sombras del éxito ajeno. Ese estado degradante de la envidia se origina en procesos cognitivos que, por acción u omisión, por exceso o por defecto en la educación recibida en el pasado, generaron situaciones por las cuales, desde temprana edad, el niño advierte que lo que le gustaría poseer ya lo tiene otro y, en ausencia de un proceso reflexivo y de comprensión, fomenta un disgusto creciente ante la posesión ajena. Es lógico que este sentimiento se origine en quien, como el niño, todavía no ha logrado completar su formación con la toma de conciencia de sí mismo y de los demás. 

El estigma degradante de la envidia

Primera parte 

La violencia blanca que inhibe la alegría y la creatividad humana 


¿Cómo y por qué surgió la envidia en nuestras vidas? ¿Qué registros conscientes tenemos acerca de su origen? ¿Por qué nos incomoda el éxito y el bienestar ajenos? 

El estigma de la timidez

Violencia blanca ejercida por padres y docentes 


A fin de facilitar el proceso mayéutico que permita el re-diseño de una mente afectada por las diversas formas de violencia blanca, deberíamos introducirnos en el análisis de los condicionamientos que terminaron en conductas de timidez, envidia, soberbia, pesimismo y tantas otras que se pueden identificar a través del recurso instrospectivo. Ello permitirá comprender la fuente de la cual provienen tales comportamientos y que tuvieron su origen en determinadas etapas de la vida infantil, adolescente o adulta. 

Estigmas de la violencia blanca

Cómo llegar a ser el diseñador de la propia inteligencia 


Una característica de la violencia blanca es que, empezando por la propia víctima, casi nadie advierte cuando se la ejecuta y muy pocos detectan sus efectos y consecuencias. Salvo casos excepcionales, el destinatario no tiene elementos ni recursos mentales y emocionales que le permitan registrar la violencia ejercida sobre su mente y su sensibilidad. A diferencia de la violencia “roja” (conocida bajo las diversas formas de agresión física y verbal), la violencia “blanca” se alberga en los rincones más profundos y más escondidos de la mente que fue víctima. 

Violencia blanca y maltrato mental

Sus artífices y mentores ocultos 



Cuando se plantea el tema de la violencia, casi todo el mundo relaciona la misma al campo de los fenómenos visibles y de ejecución fácilmente demostrable por las formas exteriores de su manifestación a través de episodios que van de lo trivial a lo aberrante. Es la violencia en sentido genérico, que suele dejar marcas físicas (y mentales) aunque sean leves. Pero no se advierte la ejecución de lo que sería la “violencia blanca”, cometida de manera sutil e imperceptible, al punto de no ser registrada ni advertida por quien la sufre. A diferencia de la violencia física, que tiene como destinataria a cualquier parte del cuerpo, la violencia blanca se ejerce en la mente y la sensibilidad de la víctima. Es decir, tiene como destinataria el mundo interno y silencioso de quien la padece.